Matilde García del Real
García del Real y Álvarez Mijares, Matilde (1856 – 1932).
Educadora y escritora española, nacida en Oviedo el 15 de marzo de 1856 y fallecida en Madrid el 25 de abril de 1932, en el seno de una familia de literatos vinculada a los círculos krausistas. Era hija de la poetisa Emilia Álvarez Mijares y del también escritor Timoteo García del Real. En su temprana vocación al magisterio fue decisiva la influencia de Concepción Arenal, amiga de la familia, y por quien ella manifestó siempre una gran admiración: («fue mi consejera, mi maestra y amiga cariñosa hasta la hora de su muerte»).
Ingresó a los catorce años en la Escuela de Institutrices, obteniendo el título de Institutriz el 17 de octubre de 1873. El 18 de noviembre de 1874 consigue el de Maestra Superior en la Escuela Normal Central. Al año siguiente fue nombrada maestra auxiliar en una escuela municipal de Madrid, donde ejerció la enseñanza desde el 4 de agosto de 1875 al 29 de enero de 1879. En estos años iría acumulando la experiencia que quedó después reflejada en su manual La escuela de niñas. Pero su más largo período de docencia lo desarrolló en una escuela de párvulos, que fue realmente «modelo» en su tiempo: los «Jardines de la Infancia» según el método de Froebel, inaugurados solemnemente el 19 de julio de 1879, en donde ejerció hasta su nombramiento de inspectora en 1891.
Cuando ingresó en la inspección tenía ya en su haber varias publicaciones, firmadas en esta primer época, como Matilde del Real Mijares:
En 1882 publicó Los animales trabajadores. Lecturas infantiles sobre la naturaleza. Libro escolar que llegó a alcanzar nueve ediciones: la última en 1929. Al año siguiente publicó Compendio de historia de España, que fue aprobado como texto para las escuelas.
En 1884, edita en un folleto Dos ensayos pedagógicos. La educadora de la infancia. Cualidades y circunstancias que debe reunir. Observaciones sobre la educación moral del niño, del que hubo una segunda edición en 1885. Se manifiesta ya en estos escritos su concepción moral de raíz krausista.
Pero su obra más importante, en la que revela la madurez y modernidad de sus concepciones pedagógicas, en especial por lo que se refiere a la educación de la mujer, es La escuela de niñas, con prólogo de Eugenio G. Barbarín, publicada en 1890. Se trata de un manual para formación de las maestras, que, tanto en los aspectos teóricos como prácticos, se eleva muy por encima de análogas publicaciones contemporáneas.
Por R. D. de 23 de julio de 1891 es nombrada Inspectora de las escuelas publicas de niñas de la Corte, previa acreditación de haber obtenido el título de Maestra Normal. Ejerció durante treinta y cinco años, como inspectora de Madrid hasta su jubilación en 1926. Al crearse el cuerpo de inspectores en 1908 ingresó en el escalafón con el número uno, siendo la única mujer que figuraba en él, ya que las primeras inspectoras no serían nombradas por el Estado hasta cinco años después.
Aparte de su intensa dedicación para mejorar las enseñanza en Madrid, pueden citarse como realizaciones especiales:
Creación en 1901 de la primera escuela pública de adultas en Cuatro Caminos, (en la calle Artistas nº. 1), germen de todas las que después existieron en España;
Establecimiento de las primeras cantinas escolares, promovidas por la Asociación de Caridad Escolar, de la que fue cofundadora, tesorera y más tarde presidenta. Inaugurada la primera en el año 1902, en la escuela de la calle Cristóbal Bordiu, se extendieron lentamente por la insuficiencia de medios, ya que se sostenían sólo con donativos particulares y subvenciones de algunos organismos públicos, recabados incansablemente por las integrantes de la Asociación. En 1918 existían siete, que daban comida a más de 800 niños.
Como cofundadora del Centro Iberoamericano de Cultura Popular Femenina, fue quien organizó la Escuela de Madres de Familia. primera del Hogar que ha existido en nuestra patria, inaugurada en 1906. En ella impartió varios cursos de Pedagogía y de Arte culinario, recogiendo su experiencia en el libro La cocina de la madre de familia, (1908, reeditado en 1922) en el que presta especial atención a la nutrición infantil, en colaboración con su hermano Eduardo, catedrático de Pediatría. Sobre el mismo tema publicaría, ya después de su jubilación, Cocina española y cocina dietética (1929), con prólogo del Dr. Marañón.
Participó con ponencias y comunicaciones en numerosas asambleas y congresos: Congreso hispano portugués y americano en 1892 («Defensa de la mujer ilustrada y trabajadora»); Asamblea de amigos de la enseñanza, en 1901 («Escuelas profesionales femeninas» y «Escuelas superiores femeninas»); Congreso de Primera Enseñanza de Barcelona, en 1909- 1910 («Obras circum- escolares»); Congreso de educación familiar de Bruselas, en 1910 («La educación y la enseñanza en las escuelas de niñas»); Congreso nacional de pediatría de San Sebastián, en 1923 («Nuestras escuelas de párvulos» publicado en Madrid, 1924).
Viajó al extranjero para conocer las instituciones pedagógicas de otros países, particularmente o pensionada por el estado: Francia (1900), Inglaterra (1908); La Haya (1912), Suiza (1922). La Junta de Ampliación de Estudios le confió la dirección de un grupo de inspectoras y maestras para visitar las escuelas de Francia y Bélgica en 1913 y 1921. En artículos y memorias dejó constancia de estos viajes (La educación popular en Inglaterra, memoria publicada por la J. A. E. en 1910 y Excursiones pedagógicas al extranjero. Memoria correspondiente al segundo grupo de maestras organizado en 1813., (Madrid: J. A. E., 1914)
Fue Vicepresidenta de la Asociación Nacional de Inspectores de Primera enseñanza y del Comité de Higiene Popular, organismo creado en 1911 por médicos y educadores, que, entre otras actividades, promovió colonias escolares y servicios sanitarios para niños débiles o en situación de riesgo.
Fue profesora en la Escuela de Institutrices donde impartía clases de Pedagogía y Organización escolar, en horario nocturno y «sin percibir remuneración alguna por este servicio».
Publicó artículos en La escuela moderna, Luz, La voz de la mujer, El magisterio español, Unión ibero- americana, Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, El Oriente de Asturias, Revista General de enseñanza, La inspección de primera enseñanza, La medicina social española, La enseñanza, Boletín escolar y Revista de Pedagogía. Algunos de estos trabajos se encuentran recogidos en su libro Artículos y conferencias, publicado en 1905.
Asimismo tradujo del francés las obras de: Kergomard, P La educación maternal en la escuela. Madrid:, 1906 (2 vols.); Fleury, M. El cuerpo y el alma del niño. Madrid: 1907. (3ª. edición 1929) El Arte en la Escuela. Paris: Biblioteca Larousse (s. a.)
A su muerte, el 25 de abril de 1932, el ayuntamiento de Madrid, a propuesta de un grupo de concejales socialistas, acordó dar el nombre de quien fue «abnegada e ilustre inspectora de primera enseñanza» a una graduada de niñas de nueva creación en la plaza de Puerta Cerrada nª 7, en ese barrio popular de La Latina «donde ella puso tanto cariño por los niños madrileños». Después de la guerra, la escuela se trasladó a un local próximo en la carrera de San Francisco, nº 6, pero muy pronto desaparecía su nombre junto con el de otras muchas personalidades, que se suponían enemigas del nuevo régimen o simplemente ajenas a la ideología dominante. Una orden de la Dirección General de Primera enseñanza de 25 de enero de 1941 dispuso la nueva titulación de once grupos escolares, cambiando el de «Matilde García del Rea!» por «Argentina».
Quedó así borrada la memoria pública de una de las personas que más había trabajado en favor de la educación, defendiendo con la acción y la palabra los derechos de los todos niños y muy en especial, la educación de niñas y jóvenes.
Bibliografía:
LÓPEZ DEL CASTILLO, Mª. Teresa (2003). Defensoras de la educación de la mujer. Las primeras inspectoras escolares de Madrid (1861- 1926). Comunidad de Madrid. (pp. 105 – 253).
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