Primada año 2002
Los García del Real, de cuando en cuando – una vez al año – nos reunimos para vernos y charlar; esto se llama hacer una “primada”. Fede, que es un muchachote muy afectivo y familiar, ayudado por Marga, se encarga de buscar acuerdo para fijar fecha –lo que no es fácil – buscar sitio en que estemos a gusto y no resulte muy caro. La última vez lo hicimos fuera de Madrid pero esto ocasiona algunos inconvenientes. Estos García del Real se han multiplicado bastante o es que los hay que valen por cien. Este año 2002 fue en la calle Dr. Esquerdo en un restaurante conocido por Estrella de Galicia, acogedor y muy decente.
Fuimos acudiendo poco a poco, esperando un rato en la calle, hacía un día muy bueno, reuniéndonos con los que iban llegando, algunos de provincias como Marisol y Roberto.
Subimos a la sala reservada en la que habían preparado dos largas mesas paralelas – (¡coño! Se me ha olvidado la comida y la tonta de ella se ha quemado; era el primer plato. No pasa nada de tanto que me pasa, por menos de un pimiento se me queman las cosas, será que como no me gusta guisar – lo odio – lo olvido por completo, de repente huele a no se qué, algo se está quemando, unas veces tiene solución y otras, como ahora, el desastre total; será la costumbre, pero no me importa nada.)
Sigamos en lo que estábamos: nos fuimos acomodando; yo, por aquello de huir de las corrientes, me busqué un sitio en la mitad de una mesa, así Garcías del Real a ambos lados, a mi derecha Fernandito y a mi izquierda Chito (Luis). Maruja no fue, aún convaleciente de la operación.
Niño, tendrás que poner tú el menú, yo no me acuerdo, sólo sé que me pareció muy bien.
En la mesa frente a la mía estaba la generación más joven, incluida Pilar, la novia de Fede hijo (no iba a ser de Fede padre) a la que mi marido había convencido días antes para que fuese a la “primada”. Seguro que era la primera vez que estaba con tanta familia política. Fernando le había dicho que sólo estuviese en el primer plato y luego se fuese a estudiar, pero la chica se quedó hasta después del postre y algo más. Se ve que estaba bien con nosotros.
No me atrevo a hacer la lista de los que fuimos, por las fotos se puede hacer el censo, a mi seguro que se me olvida más de uno.
Estaban jugando al tenis Ferrero y Costas y como Matías estaba cerca del televisor, yo le preguntaba de vez en cuando cómo iban, y él, buen entendido, me informaba.
Una mesa con los mayores y otra con la chavalería que se encargaba de l vocerío. Todos charlaban y parecían contentos. Para eso era la reunión.
Mi hija y Amparo no paraban de charlar y también María Luisa, frente a ellas. Los fotógrafos “oficiales”, Fede y Marga retrataban el evento (cuando Fernando lea esto del evento le van a crujir los dientes, odia esa palabra) y a sus componentes y así quedará u buen recuerdo, y el saber que volveremos a hacerlo, para estar todos juntos, o si no todos, la mayoría, que es lo que verdaderamente vale.
Yo los quiero de verdad y ahora que casi todos los Abia andan por las alturas, allá arriba con el Señor, estoy unida a esta familia y soy con todo gusto una García del Real.
Después de una larga sobremesa algunos fueron desfilando y al final nos quedamos unos cuantos; subieron cafés y Fede apareció con una caja de bollos, magdalenas o algo así, que creo le había dado un amigo, el señor Mujeriego.
Y creo que al final el “patriarca” o sea, mi marido, y yo, y mis hijos acabamos recalando en casa de Fede y Marga.
Y esta es la “pequeñita” crónica de Rosario García del Real.
Rosario Abia Abad